Networking en la era digital: La insaciable tarea de ver y ser visto

Nos encontramos frente a la tormenta perfecta: El advenimiento del concepto de marca personal se cruza con la proliferación de las empresas de publicidad digitales y la insaciable necesidad de ver y ser vistos.

Hoy, la tarea más importante de cualquier profesional que desee posicionarse como experto y referente en su campo y quiera destacar en el mercado parece ser la necesidad de ser visto en todo el lugar, a todo momento y por todos los medios y canales posibles.

El viejo sarcasmo que corría entre algunas figuras del entretenimiento de que “no importa que hablen mal de ti o que hablen bien de ti. Lo importante es que hablen de ti” parece ser el nuevo mantra de las personas que buscan sobresalir en el mundo online.

 Si quieres ser un influencer, un líder de opinión, la calidad de los contenidos que tú publiques o valor que estés agregando a la vida de las personas que te lean, te escuchen o te sigan parece haber quedado relegado a un segundo lugar. Lo único que parece importar es cuántas veces al día posteas (si, leíste bien… conjugación de la segunda persona singular del verbo postear, un verbo regular nacido en la era digital que quiere decir publicar contenido en las redes sociales), cuantas fotografías puedes colgar en tu muro en compañía de otros influencers (por aquello del juego de la prueba social), o cuantos Lives (otra palabrita de la era digital para la cual aún no hemos encontrado el término correspondiente ni siquiera en Spanglish) puedes hacer en Instagram, Facebook o YouTube.

Hoy lo más importante es “ver” y “ser visto”. Y para eso hemos diseñado toda una serie de nuevas herramientas y estrategias que nos permitan ver a la mayor cantidad de personas posibles en la menor cantidad de tiempo, y ser vistos por la mayor audiencia posible de seguidores, amigos y lectores de nuestros posts. El mayor reto es acumular “Likes”, “Shares” y “Comentarios”. En tu Instagram no es suficiente que te sigan cientos de miles de seguidores, sino que también sigas a cierta cantidad de influencers. En LinkedIn, no te siguen, allí invitas a otros y ellos deciden si aceptan conectarse a tu red. El número de seguidores es la nueva vara por la cual medir qué tan popular eres. Sí, popular, porque hoy no se trata de ser influyente sino popular. Lo más importante no es ser líderes de opinión sino personalidades destacadas del mundo online. Lo primordial no es la relevancia de los artículos en tu blog, sino el que aparezcan en la primera página de búsquedas en Google.

Tienes que prestar atención a lo que escribes y cómo lo escribes, pero no por las razones por las que antes lo hacías: la claridad del mensaje y el correcto uso del lenguaje, sino para estar seguro de que tu mensaje contiene las palabras claves, los “taglines” y los términos más buscados en Google, de manera que tu artículo logre el mejor posicionamiento posible en los motores de búsqueda (SEO). Pero esto es solo el comienzo. Toda estrategia de mercadeo y publicidad que se respete debe incluir varios Lives al mes en Instagram o Facebook solo o con otros influencers, llevar a cabo “masterminds” junto con expertos (bloggers, youtubers, podcasters) preferiblemente de mayor pedigrí que nosotros, por aquello de ser vistos en buena compañía, o realizar webinars que puedan ser atendidos por cientos de seguidores, desconocidos, extraviados o curiosos.

“Hoy lo más importante es “ver” y “ser visto”

El problema es que esta ardua tarea de ver y ser visto parece no tener fin. Jamás vas a tener el suficiente contenido en tus redes sociales que te permita dejar de publicar por un mes sin correr el riesgo de que al regresar encuentres que la mitad de tu comunidad ya no te sigue, se ha olvidado de ti, te han bloqueado o le ha dado un “unlike” a tu página.

Antes, ver y ser visto se lograba atendiendo sesiones de networking auspiciadas por Cámara de Comercio u organizaciones profesionales, cócteles organizados por asociaciones líderes en tu campo, o eventos patrocinados por la industria en la cual te movías. Hoy no sólo hay que hacer esto, sino que hay que aparecer también en cuanto evento online puedas. Y una vez aparezcas en estos eventos virtuales debes asegurarte de obtener una copia en video de tú aparición para poder postearla estratégicamente más adelante en tu canal de YouTube, en tu página de LinkedIn y en tus redes sociales, e invertir cierto dinero en publicidad vía Facebook de manera que puedas llegarle a más personas y perpetuar así la interminable tarea de crecer tu red de seguidores.

Y aunque lo que has leído hasta ahora te pueda dar la impresión de que yo veo con cinismo todo esto de la marca personal, no es así. Yo creo en la necesidad de posicionar nuestra marca personal. Sin embargo, creo que esta puede convertirse en un arma de doble filo. Muchas de las personas que han caído en las redes de esta sutil trampa ya no pueden tomarse un café con tranquilidad sin sentir que deben sacar su teléfono, documentar la hora, lugar y ocasión de aquel mundano suceso, y dejárselo saber vía Instagram a todos sus seguidores por aquello de la importancia de crear una relación más íntima con ellos y lograr un mayor engagement.

Cómo resultado de esto, tenemos muchos influencers que no influyen, líderes de opinión de cuyas opiniones nadie sabe dar razón y YouTubers que pueden generar miles de dólares en ingresos sin necesidad de aportar más que unos segundos de vacía distracción, siempre y cuando sean suficientes para que YouTube pueda incrustar algún anuncio publicitario que permita “monetizar” dicho contenido. Si, contenido, porque hoy todo es contenido, independientemente de que contenga o no algo de valor.

¿Soy yo solo, o alguien más cree que es posible que este juego de la marca personal, la prueba social, los masterminds o el digital networking a través de las redes sociales, se nos ha salido de las manos? Debemos tener cuidado de que en lugar de utilizar el juego del networking para conocer más, estar vigentes y posicionar nuestra marca personal, permitamos que él termine utilizándonos a nosotros para perpetuar un juego en el que ya nadie saber cuál es el objetivo y cuál el precio real que estamos pagando.

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