Las idioteces que hacemos por no defraudar a otros

¿Te has dado cuenta de las cosas que hacemos para no defraudar a nuestros padres, familiares, pareja o amigos? Pareciera que con tal de lograr su aprobación estamos dispuestos a cosas impensables: Sacrificamos nuestros propios sueños, compramos cosas que no necesitamos, defendemos ideas en las que no creemos, aparentamos ser alguien que no somos, todo con tal de no defraudarlos.

Hace poco compartía en mi Facebook (CamiloCruzAutor) una anécdota de cuando fui profesor universitario. Fuera de mis clases, una de mis tareas era orientar a los estudiantes que se graduaban y continuaban sus estudios en la Escuela de Medicina. En una ocasión llegó a mi oficina un estudiante a quien era obvio que no lo entusiasmaba la idea de ser médico. Le pregunté si había cambiado de parecer, si había tenido demasiadas dificultades con sus clases o si había descubierto una nueva vocación.

— La verdad, Dr. Cruz, nunca me gustó la idea de estudiar medicina —me dijo algo titubeante—. Verá usted, mi padre es médico y siempre quiso que yo siguiera sus pasos. Así que lo hago por no decepcionar a mis padres. Después de todos los sacrificios que ellos han hecho por darme todo lo que tengo, yo no soportaría defraudarlos.

— Si dependiera solo de ti, ¿qué te gustaría estudiar?, le pregunté.

— ¡Música! —respondió con un entusiasmo que hizo brillar sus ojos. Luego prosiguió a decirme lo poco que lo atraía la medicina y lo mucho que lo apasionaba la música, particularmente el piano y el violín. Él se veía siendo parte del Departamento de Música de algún colegio o universidad o tocando en una orquesta.

Tú decides tu futuro no las opiniones de otros

Cuando lo escuché no pude más que pensar que, si él continuaba por el camino que iba, al final, el resultado sería triste por partida doble: un médico regular y un músico frustrado.

Esta anécdota me hizo pensar en que esta vaca de “no quiero defraudar a mis padres” había mantenido a este joven viviendo una mentira durante los cuatro años de estudios universitarios. Pensé en qué preferiría ver yo si fuera su padre, un médico infeliz o un músico apasionado.

“Más importante que las opiniones de otros son las expectativas que tengas de ti mismo”

Muchas veces veo personas que tiene una meta o un sueño que quieren hacer realidad, pero en lugar de salir tras ese sueño, van por todos lados pidiendo opiniones y consejos; preguntándole a otros si ellos creen que dicho sueño vale la pena, o si en su opinión ellos cuentan con el talento o las habilidades para hacerlos realidad. “¿Tú qué opinas… me atrevo?”, “¿Tú crees que seré capaz de lograrlo?” “¿Tú crees que yo tengo el talento para eso?”. Ellos quieren triunfar por consenso. Si logran suficientes votos a favor, entonces se animan a salir tras sus sueños; si no, renuncian a ellos.

 Mata esa vaca. No le des más importancia a las opiniones de los demás que a tus propias convicciones, deseos y aspiraciones. ¡Tus sueños son tuyos! Sal tras ellos. Tú eres la única persona que tiene que creer en ellos. Y si decepciones a alguien con tu decisión de perseguir tus metas, pues ese es problema de ellos, no tuyo.

 

La acción produce resultados, las opiniones solo producen retrasos

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