La responsabilidad más importantes del líder

Una de las primeras y más importantes responsabilidades de un líder es el ser un faro de Esperanza. En otras palabras, una persona que nos hace sentir que, a pesar de que las cosas pueden no estar como quisiéramos que estén, a largo plazo van a estar bien. O sea, un líder que lidera desde el optimismo. Un líder que ve la vida con entusiasmo. Un líder que habla del futuro en términos positivos porque ve las cosas, no como son, sino como pueden ser.

Eso es lo que un equipo busca en su líder. Cuando las cosas no están saliendo como ellos esperaban, cuando las circunstancias son adversas, cuando estamos experimentando una situación difícil, no necesitamos un líder que nos venga describir lo difícil que está la situación. No necesitamos un líder que, con el pretexto de ser realista, nos venga a dar las malas noticias de lo que ya es evidente para todos. Necesitamos un líder que nos ayude a entender que a pesar de lo difícil que están las situaciones, hay luz al final del túnel.

Te has dado cuenta de que cuando está lloviendo nosotros instintivamente buscamos en la televisión o en internet a ver que nos dice el meteorólogo. ¿Para qué lo ponemos? Ya sabemos que está lloviendo… Sin embargo, lo colocamos para que nos diga cuánto va durar la lluvia, cuándo saldrá de nuevo el sol. Para que nos informe cómo prepararnos en caso de que la lluvia vaya a durar mucho.

En otras palabras, lo ponemos para que nos hable no de cómo están las cosas, sino de cómo serán más adelante. Y has notado que si las noticias son positivas y el aguacero se va a acabar rápido, entonces comenzamos a ver la lluvia con otros ojos… Porque sabemos que no va a durar toda la vida.

De otro lado, si la tormenta va a durar mucho, pues nos ayuda a prepararnos de manera que podamos continuar siendo efectivos aún en medio de las circunstancias presentes.

Yo creo que esta es también una de las mayores responsabilidades del líder. Ayudarle a su equipo equipo a ver la vida de una manera positiva, a prepararse para poder enfrentar las dificultades y adversidades con optimismo.

Suena sensato, ¿no es cierto? Sin embargo, algunas personas piensan que hacer esto es auto engañarse. Porque no es posible ser optimista y hablar con una actitud positiva cuando la “realidad” nos está diciendo otra cosa. Así que ellos creen que lo mejor es ser “realistas”.

De hecho, muchos de ellos inclusive creen que los líderes que le hablan con entusiasmo a su equipo, en medio de una situación difícil, solo buscan manipular a su gente, ya que es imposible ser optimista ante tales circunstancias.

Así que se les ha metido en la cabeza que lo que esos líderes pretenden es manipular las emociones y sentimientos de su gente con el único objetivo de lograr los resultados que están persiguiendo.

Y yo me pregunto, ¿acaso no estamos manipulando también las emociones de otra persona cuando, con la idea de ser “realistas”, casi que la obligamos a ver la vida de una manera pesimista y sin mayores opciones y alternativas?

“El líder aprende incluso de las batallas que pierde.
El fracaso enseña más que el éxito”

Volvamos por un momento a la idea que mencionaba antes de aquellas personas que dicen que lo único que ellas se están buscando es ser realistas. El problema con este argumento es creer que ese realismo al cual ellas se están refiriendo es un reflejo de la realidad. Porque piensan… REALISMO igual REALIDAD.

Pero quiero que consideres por un momento lo siguiente: Lo que yo he encontrado es que en la mayoría de los casos, cuando una persona me dice hay que ser realista… La situación está difícil… La economía está mal, ella no me está dando sino una parte de la realidad. Está enfocándose únicamente en los aspectos negativos, en las circunstancias adversas, pero está dejando de lado e ignorando todo lo que está bien.

No está mencionando todas las cosas que están saliendo bien, todos los aspectos positivos que puedan existir, todas las cosas nuevas que a lo mejor esa dificultad ha generado, todas las reflexiones sobre lo que debemos cambiar que a lo mejor han surgido como resultado de esa situación difícil. Todo esto se está quedando por fuera entonces, esa realidad de la que esta persona está hablando tampoco es TAN real.

Y yo creo que ser optimista, y mirar el futuro con entusiasmo y optimismo y de una manera positiva es entender que a pesar de que algunas cosas puedan estar saliendo mal, hay muchas otras que si están saliendo bien. Es devolverle el poder al equipo para que el equipo se encargue de tomar control sobre aquello que puede controlar y no permita que aquello sobre lo cual no tiene control lo controle.

Cuando yo escucho personas que me dicen que ser optimista y hablar siempre con una actitud positiva, de alguna manera, es autoengañarse y vivir desconectado de la realidad y vivir en una burbuja… Y después de ese discurso, comienzan con su propia versión y disfrazan su pesimismo de realismo, porque, obvio, suena mal decir “yo soy pesimista por naturaleza”. A ellas les parece que suena mucho mejor decir que están siendo “realista”.

Sienten que al decir esto, están diciendo: yo veo las cosas como son, yo vivo con la verdad, yo ando con los pies en la tierra, yo no estoy haciendo pajaritos en el aire, yo no estoy viviendo de fantasías y mentiritas, sino que me guío por la verdad, por dura que parezca.

“El pesimista se queja del viento.
El pasivo espera a que cambie.
El líder ajusta las velas”

Y sentimos que esto nos hace personas con un mejor carácter. Y cuando escucho esas personas hablar en esos términos, recuerdo a un autor que en una ocasión hablaba sobre el paralelo entre los médicos de hoy y los médicos brujos de las tribus indígenas. Y él decía que, en las antiguas tribus, los médicos brujos tenían un poder extraordinario. Tú querías hacerle una maldad a alguien, ponerle una maldición, un encanto maléfico. Pues tú ibas donde el médico brujo y el médico brujo le hacía un conjuro, le echaba una maldición, y a esa persona se le acababa la vida: de repente se enfermaba, se debilitaba, todo comenzaba a salirle mal. Y cuando uno trataba de buscar explicación sobre qué podría estar pasando, la respuesta era obvia. Es que le echaron una maldición.

Y el autor que hablaba de esto decía que hoy los médicos modernos, de alguna manera actuar de una manera muy similar. A pesar de todos los avances de la ciencia, en parte ellos son un poquito de médicos brujos.

Él decía que cuando un paciente va a donde un médico y el médico le dice: Me apena decirle esto, pero para usted ya no hay salvación, su enfermedad no tiene tratamiento, su afección es mortal, le quedan, en el mejor de los casos, un para de meses de vida… Pues esa persona salida de ahí como si le hubieran acabado de hacer un conjuro, un maleficio.

Si tenía alguito de esperanza, después de escuchar la sentencia de su médico, pues esa esperanza se había desvanecido por completo. Y si la persona se lo creía verdaderamente, en dos meses estaba muerta. Y no había poder humano que la pudiera salvar. Las cartas ya estaban echadas. Había recibido el veredicto definitivo.

Sin embargo, nosotros hemos escuchado no una, ni dos, ni tres, sino muchas historias de personas que nos dicen: El médico me dijo que me quedaban dos meses de vida, y yo me rehusé a aceptar esa realidad. Y yo me dije: voy a sobreponerme a esto. Voy a conquistar esta enfermedad. Voy a derrotar este mal…

Y muchas de estas personas dicen: comencé a visualizarme, poco a poco, deshaciéndome de estas células cancerosas, empecé a autogestionarme manteniendo siempre un dialogo positivo conmigo mismo, evitando caer en la trampa del dialogo funesto, y comencé a escuchar audiolibros positivos, a cambiar mi mentalidad, a enfocarme en una vida saludable.

“Si los líderes no actúan los equipos no actúan”

Y poco a poco comencé a sentirme mejor y pasaron dos meses y pasaron tres meses y pasaron 10 meses. Y aquí estoy, tres años más tarde, y me siento saludable, y volví al médico y el médico me dijo: no hay señal del cáncer. Esto sólo puede ser un milagro.

Y lo que a veces olvidamos es que, el comienzo de este milagro fue probablemente haber cambiado nuestra actitud. El comienzo de este milagro fue haber adoptado una actitud positiva, y haber comenzado a ver el mundo no como era en ese momento, sino como nosotros queríamos que fuera.

¿Quiere decir eso que toda persona que tiene cáncer y piensa positivamente se cura? No necesariamente. Sin embargo, lo que eso si quiere decir es que si tienes una actitud negativa y derrotista, quizás no estás preparando el terreno fértil para que ese milagro ocurra.

Y a lo mejor estás pensando, “Camilo, por favor… ¿medicos brujos… milagros?” Ya se que puede sonar extraño, pero ¿sabes qué? Yo creo que gran parte de nuestro éxito está en nuestra mente, en nuestras creencias, en nuestra actitud y manera de pensar.

Y no son conjeturas. Cuando escribí mi libro Los genios no nacen, se hacen, leía un articulo sobre un grupo de investigadores del hospital King’s College de Londres, que había realizado un estudio con 57 mujeres que sufrían de cáncer de seno y habían sufrido una masectomía.

Escucha lo que el estudio reportó: Siete de cada diez mujeres que poseían lo que los doctores llamaban un “espíritu de lucha” aún vivían vidas normales diez años más tarde, mientras que cuatro de cada cinco de las mujeres que, en opinión de los doctores, “habían perdido la esperanza y se habían resignado a lo peor” tras escuchar su diagnóstico, habían muerto.

 Por eso, yo creo que, en cierto sentido, los líderes tienen algo de médicos brujos, en el sentido de que su actitud, sus dictámenes, su lenguaje, su visión del mundo, de una u otra manera, define la manera en que sus equipos piensan y ven las cosas. Y como piensan sus equipos determina cómo enfrentan las circunstancias y dificultades que encuentran en el camino. Y, a la larga, eso es lo que determina los resultados que obtengan. Por eso, en mis entrenamientos con equipos de trabajo altamente productivo, siempre me encargo de que quede clara esta primera gran responsabilidad de todo líder: entender que el grupo siempre se mueve a la velocidad del líder.

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