Cómo aprender a hacernos mejores preguntas

Albert Einstein decía: “Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, invertiría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada que realizar, porque una vez supiera la pregunta correcta, podría resolver el problema en cinco minutos”.

Yo estoy convencido de que el éxito, la felicidad y el bienestar depende en gran medida de las preguntas que nos hacemos.  Ahora, si estas preguntas y en general nuestro dialogo interno juega un papel tan importante en nuestro éxito, ¿a que se debe que nos hagamos preguntas tan pobres?

Enfrentamos una situación difícil en el trabajo, una caída, un fracaso en los negocios o un revés financiero. Sin embargo, en lugar de peguntarnos qué podemos hacer para remediar la situación, o qué podemos aprender de ella para no encontrarnos en las mismas condiciones más adelante, decimos cosas como:

¿Por qué a mí? ¿A qué se debe que nada me salga bien? ¿Por qué será que todo lo que intento me sale mal? ¿Por qué se habrá ensañado el destino conmigo? ¿Por qué será que nadie me apoya, que nadie cree en mí? Y otras preguntas por el estilo. ¿Te sirven de algo? ¿Te dan esperanza o angustia? ¿Te hacen sentir más fuerte o más débil?

Si se nos presenta una nueva oportunidad de negocio o la posibilidad de comenzar un nuevo proyecto como escribir un libro, o comenzar un blog, o estudiar algo nuevo, en lugar de actuar con seguridad y sentirnos entusiasmados con la idea, nos preguntamos: ¿Será que puedo? ¿No será demasiado tarde para hacer cosas nuevas? ¿Y si fracaso? ¿Qué van a pensar los demás?

Por supuesto todas estas preguntas no nos ayudan para nada. Al contrario, nos debilitan, nos hacen dudar de nuestras propias habilidades, nos frenan, no nos dejan actuar porque crean en nosotros temores e inseguridades que a lo mejor no tiene absolutamente nada que ver con la realidad.

Es simple. En función de qué tipo de preguntas te hagas, actuarás de una forma u otra. Por eso, si estás teniendo dificultades en alguna área de tu vida vale la pena observar si tu dialogo interno y tus preguntas están enfocadas en tu crecimiento personal y las resolución de los problemas o retos que puedas estar enfrentando, o si por el contrario, tus preguntas te están llevando a buscar culpables, a jugar el papel de víctima, a mantenerte donde estás, a no salir de tu zona de confort y no tratar nada nuevo.

A veces, solo con cambiar las preguntas que nos hacemos respecto a cualquier situación encontramos nuevas maneras de ver las cosas. De hecho, las preguntas más poderosas son aquellas que nos sacan de nuestra zona de confort, las que nos retan a considerar nuevas opciones, las que nos mueven de la esfera de lo seguro y lo posible a la esfera de lo que podría ser, y nos invitan a considerar la posibilidad de una mejor vida.

Preguntas como:  ¿Hacia dónde vas?¿Qué sueño quieres hacer realidad? ¿Qué te mueve a perseguir dicho sueño? ¿Cuándo quieres lograrlo ese? ¿Qué plazo de tiempo te has dado para lograrlo? ¿Con qué cuentas para hacer esa meta realidad y qué necesitas aprender? ¿Quién te puede ayudar?

¿Ves? Todas estas preguntas te proveen dirección, te muestran el camino, te ayudan a identificar los recursos y las habilidades que te ayudarán a lograr tus sueños y construir la vida que siempre has querido. Mientras que preguntas como  ¿por qué será que nada me sale bien?, ¿a qué se debe que las cosas no se me den en la vida? ¿por qué será que nadie me apoya, que nadie cree en mí? lo único que lograr es situarte en el papel de víctima, y obligarte a que te enfoques en los problemas y no en las soluciones.

Así que examina con cuidado las preguntas que te haces con frecuencia y determina si te están ayudando o perjudicando. Si descubre que no están contribuyendo a tu éxito, cambia tu dialogo interno y aprende a hacerte mejores preguntas.

Nos vemos en la cumbre del éxito.

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