¿Por qué no funcionan los sistemas para administrar nuestro tiempo?

El gran problema con la mayoría de los enfoques tradicionales para administrar el tiempo es que están orientados por una visión a corto plazo. Prestan más atención a las actividades diarias y menos a las metas y objetivos a largo plazo.

El peligro está en asumir que la realización eficiente de nuestras actividades diarias o metas a corto plazo conducen al éxito a largo plazo. Desarrollar una visión de nuestro futuro a largo plazo es vital. Cuando la visión es limitada –por ejemplo, un horizonte de tiempo de sólo un par de semanas—, basamos nuestras decisiones en lo inmediato y lo apremiante. Olvidamos lo más distante, que suele ser lo importante.

Edward Banfield, escritor británico, se dio a la tarea de identificar un criterio específico que pudiera ser utilizado para predecir quienes tenían una mejor opción de progresar financieramente y lograr una mejor calidad de vida. Examinó aspectos como profesión, raza, sexo, edad, nivel de educación o nacionalidad, y encontró que inclusive aspectos tan significativos como el nivel educativo o la profesión no eran suficientes para predecir con seguridad las posibilidades de éxito del individuo. Banfield concluyó que el único indicador confiable para predecir el progreso de un individuo es lo que él llamó el horizonte del tiempo —qué tan lejos ven las personas en su horizonte del tiempo, y con qué tanta antelación planean su futuro.

Para probar esto ofreció algunas pruebas sobre cómo gente de diferentes niveles socioeconómicos tienen diferentes perspectivas del tiempo. Por ejemplo, en los niveles más altos de la escala socioeconómica las personas tienden a poseer una visión de su futuro a muy largo plazo. Planean para su retiro con veinte o más años de anticipación. Las personas de clase media ya no planean a diez o quince años, sino que su visión del futuro es mucho más corta. Poseen metas y objetivos que no pasan de un par de meses, sólo unas pocas poseen metas anuales, pero la gran mayoría vive de mes a mes. Si bajamos aun más nos damos cuenta que los más pobres ya ni siquiera poseen una perspectiva de meses, sino que viven de semana en semana y, para otros aún menos privilegiados, su horizonte de tiempo no pasa de buscar el sustento del día.

¿Cuál es tu horizonte de tiempo? ¿Con cuánta anticipación planeas tu futuro? ¿Eres el tipo de persona a quien las cosas le toman por sorpresa? ¿Te ves siempre tomando decisiones apresuradas sobre cosas que debiste haber pensado, evaluado y planeado por largo rato?

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